Las leyendas no mueren

domingo, 22 de abril de 2012

OST recomendada: Rush, de Ingvild Hasund. 





El joven alzó la mirada, deteniéndola sobre su maestra. Llevaba dos años ya entrenando a su lado, pero no había llegado a profundizar ni medio centímetro en su auténtica naturaleza.
– ¿De verdad le conociste? – preguntó entonces.
Tal y como ella lo contaba, debió de ser una persona increíble.
Su maestra sonrió, con nostalgia. Las arrugas de su rostro se volvieron profundas, para después suavizarse. Por un segundo, creyó que no iba a contestarle, pero lo hizo:
– No sólo le conocí, Rocket. Él fue mi maestro.
El niño contuvo como pudo su mueca de sorpresa. Ni siquiera se había planteado esa alternativa. Mirándolo bien, era perfectamente lógica. Ella desprendía gran admiración por su persona.
Aun así, la admiración era algo que siempre estaba presente en todas las conversaciones que hicieran referencia al Cuervo. Era algo imposible de omitir.
– Vaya, debió de ser increíble… – murmuró.
– Sí, fue un gran maestro – admitió ella –. Gracias a él, soy lo que soy.
Se pasó la mano por el rostro, apartándose los cabellos sobrantes de su larga trenza, de un morado intenso, hasta detrás de la oreja.
– Entonces llegaste a conocerle bien, ¿no? – preguntó él con cautela.
Quería saber todo lo que pudiera, todo. Porque, algún día, intentaría llegar a ser como él. Él también se convertiría en leyenda. Lo había prometido.
– Lo que nos dejó, Rocket, lo que nos dejó – contestó ella.
– ¿Y qué pasó con él? – insistió el muchacho.
– El tiempo no perdona a nadie. Ni siquiera a los héroes.
– Pero si él decía que…
– Sí, ya lo sé. El mundo no está hecho para ser un héroe…  y, sin embargo, él lo fue. Por eso mismo, siempre será recordado.
– Sí, es verdad. Ojalá hubiera podido conocerle...  – dijo el muchacho mientras se ponía de pie, con cuidado.
Se encontraban encaramados en una azotea, la más alta de la zona. Su maestra les había ocultado de miradas indiscretas. Aun así, había que seguir siendo cautos.
Miró al cielo, hacia las estrellas. Se veían muy poco, incluso a esa altura. Demasiada luz artificial. Donde él vivía antes eso no pasaba. A veces, lo echaba de menos.
– Es una leyenda… – añadió entonces mientras alzaba una mano hacia el cielo. Como si tratara de atrapar la luna, que le sonreía con su forma de gajo.
– ¿Sabes qué es lo curioso de las leyendas, Rocket? – siguió de pronto su maestra.
El joven Rocket se volvió y prestó aún más atención. En las sombras, los ojos de su maestra  le devolvieron la mirada. Unos ojos grises que contaban mil historias, que guardaban mil recuerdos, que desprendían el conocimiento que a él le faltaba. Así era Pandora.  
Ella se levantó y revolvió los cabellos, rojos como el fuego, de su aprendiz. Su nieto a veces podía ser demasiado ansioso, demasiado entusiasta. Siempre con ganas de demostrar su valía. Le recordaba a ella misma en su juventud.
– Que las leyendas no mueren. 

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La muerte de Halcón

sábado, 14 de abril de 2012


               OST recomendada: Orchard of Mines, de Globus. 


               Aquella noche llovió como nunca jamás había vuelto a hacer, como si el cielo quisiera llorar la pérdida que él mismo acababa de sufrir. Si cerraba los ojos, aún podía sentir el manto de agua helada caer sobre su cuerpo, entumeciendo sus músculos, limpiando la sangre de sus heridas, las cuales pronto terminaría de matarle. Pero, para su desgracia, no lo consiguieron. Algo se lo impidió, algo por lo cual se torturaría eternamente.
                A su lado, descansaba el cuerpo sin vida de su maestro. Sabía que estaba muerto, porque él mismo había presenciado cómo le arrebataban la vida, precisamente por salvarle a él. Y, aun así, él no iba a poder sobrevivir.
                Halcón había muerto por su culpa, Halcón se había sacrificado en vano. Todo por no estar listo, todo por ser descuidado, por no estar a la altura, por ser un completo inútil…
                Había fallado a todos, pero en especial a él.
                ¿Qué les diría ahora a los demás? No, no podría siquiera disculparse ante ellos. La muerte se lo llevaría antes.
                La vida se le escapaba segundo a segundo bajo esa imponente cortina de agua que lo iba adormeciendo más y más. No tenía fuerzas para levantarse, para volver a plantar cara. El enemigo era mucho más poderoso de lo que había aparentado a simple vista. Tampoco tenía fuerzas para escapar. Porque el enemigo seguía ahí, delante de él. No iba a permitírselo ni aunque aún tuviera la voluntad y el coraje para hacerlo.
                Se sentía derrotado.
                Escuchó cómo su oponente caminaba hasta donde aguardaba el cuerpo de Halcón y reía triunfal.
                – Ya no eres tan duro, ¿eh? ¡Ya no eres tan duro! Eso ha sido por el ojo que me robaste – le gritó al aire.
                Pero Blast sólo podía ver que estaba loco. Estaba hablándole a un muerto. Sólo su hermana podía hacer eso. Estaba hablando con un enemigo caído por el placer de tener la última palabra, por regodearse sobre su cadáver y contarle al mundo que había ganado.
                Era un ser despreciable. Ojalá él también hubiera muerto ya, sólo para no tener que escuchar sin poder hacer nada cómo faltaba al respeto a la memoria de su maestro.
                – El Halcón Sombrío, ¿eh? ¡El Halcón vencido diría yo! Al fin te he llenado de plomo. ¿A quién le sirven las triquiñuelas espaciales ahora, eh? ¡A quién! – y entonces estalló en una risa histérica y maquiavélica.
                Era lo que había estado esperando durante toda su existencia y ahora iba a exprimir el momento hasta dejarlo seco. Lo grabaría a fuego en su mente para poder saborearlo el resto de su vida.
                Se hacía llamar Scott, pero él sólo veía a un asesino que vendió su alma al diablo a cambio de poder, y así se le veía reflejado. Hacía mucho tiempo que había dejado de ser humano. Lo era incluso menos que ellos mismos. Su cuerpo así lo decía.
                En breves le tocaría a él. En cuanto se terminara de regodear sobre los restos de su maestro.
                Pero, para su sorpresa, acto seguido se dirigió a él.
                – En cuanto a ti, tengo algo mucho mejor reservado. Necesito un sujeto de pruebas para un experimento muy especial. Pero, ¿sabes qué es lo más divertido? Que no morirás. Vivirás y eso servirá para que mi pequeña venganza personal siga su curso. Lo siento por ti. ¿Y sabes qué es aún mejor que eso? Que no podrás decir que no. Porque, en tu caso, no es una petición.
                Fue entonces cuando le reveló su desalentador destino.

                «De ahora en adelante, obedecerás. De ahora en adelante, el Sistema será tu superior, tu jefe y señor. Será la única razón por la cual podrás seguir existiendo, por la cual podrás seguir adelante y por la cual vivirás.
                Si Ellos dicen que saltes, tú preguntarás desde dónde. Si te piden que corras, tú preguntarás durante cuánto. Si te piden que cantes, tú preguntarás qué canción.
                Y, si Ellos dicen que mates, tú preguntarás a quién.»
               
                Él no dijo nada, porque seguía sin fuerzas. Pero desde ese instante, supo que hubiera sido mejor la muerte.
                El hombre manipuló una pequeña pistola, muy diferente de la que había usado contra Taka. Disparaba dardos.
                – Mira el lado bueno – dijo mientras cerraba el cargador –, serás el primer Sujeto Zeus de todo el proyecto. Deberías de sentirte afortunado.
                No, el no se sentía afortunado en absoluto.
                «Perdonadme» pensó, a falta de fuerzas para murmurar. «Perdonadme, Ivy, Reisei, Raven… Perdonadme, por favor.»
                Y, al instante siguiente, sintió cómo la conciencia de su cuerpo le abandonaba. Debía de haberle disparado ya el dardo, pero ni siquiera había sentido el picotazo. No fue capaz de mantener los ojos abiertos. Ese fue el momento en el que Blast murió. Porque, desde esa noche, perdió el derecho de llevar ese nombre.

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Portadas para "Raven: La sombra del Cuervo"

martes, 3 de abril de 2012


                Estaba preparando un anexo para colgar todo esto, pero no me he podido resistir. 



                Gracias, Anumy ^^. 
                Aclarar que en el foro donde empecé a publicar Raven, mi nick era (y es XD)  Pícara.




                Gracias, Eirin ^^. ¿Te he dicho alguna vez lo que me gusta el gancho? XD.

                En breves, añadiré todo esto a la "galería" que tengo todavía en el apartado de Pendientes. 




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Nunca llueve eternamente

domingo, 1 de abril de 2012


           OST recomendada: Forest Gump, Feather theme. 



           ¿Estás bien? Tranquila, deja de llorar. Toma, sécate con esto. Respira hondo. Así, ya está. ¿Ves qué bien?
            Ahora estás mucho más guapa. Esos ojos tan bonitos se estropean con las lágrimas… ¿Que eso se lo digo a todas? Bueno, puede ser. Soy una persona poco original, no tengo demasiada imaginación pero, ¿ves?, ya no lloras. Con eso me doy por satisfecho.
            ¿Sabes? La lluvia también es necesaria. Riega los campos, purifica el aire, refresca los pulmones, limpia las calles y, en este caso concreto, también libera el alma. Aunque, a veces, en medio de la tormenta, admito que es difícil distinguir algo positivo entre los nubarrones negros y la furia del agua.
            Sí, tienes razón, los truenos pueden dar mucho miedo, y los rayos. Pero nada es para siempre. Fíjate en la palabra, “siempre”. Eso es muchísimo tiempo. Nada puede durar tanto, ¿no crees? Bueno, vale, algunas cosas sí. Pero, por suerte, esas nunca son malas.
            Tú piensa esto: si un problema tiene solución, ¿dónde está el problema?; si no la tiene, ¿de qué sirve perder el tiempo lamentándose? ¿No es mucho mejor plantarle cara, demostrarle lo fuertes que somos?
            Si, por supuesto que sí. Todos tenemos fuerza, pero hay que saber buscarla. Sí, sí, todos y cada uno, pero encontrarla es una tarea personal. No todo iba a ser tan sencillo, ¿no? Pero no te preocupes, tienes mucho tiempo por delante para aprender a hacerlo, y yo te ayudaré.
            Ya, ya sé que no es justo en ocasiones. Vale, quizá en demasiadas. Sé que es frustrante y desalentador, sé que cuesta levantarse cada vez que alguien te pone la zancadilla para pasar por encima de ti. Soy consciente de todo eso y sé cuánto duele. Pero, ¿sabes qué?, todo es cuestión de tiempo.
            El Tiempo pone a cada uno en su sitio y sólo hay que saber esperar el tiempo suficiente. Sí, sé que parece lejano, infinito, interminable, pero confía en mí y recuerda que las mejores cosas suceden cuando menos te lo esperas.
            ¡Mira! ¡Rápido, ven! ¡Por la ventana! ¿Lo ves? Está amainando. Ya apenas caen un par de gotas. Te lo dije. Tras la tormenta, siempre llega la calma. Después volverá a brillar el sol.
            Así que sé fuerte, mantente firme ante la adversidad, por terrible que sea la tempestad, por mucho que ésta dure.
            Porque, a fin de cuentas, nunca llueve eternamente.

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La Sombra del Cuervo

«En cierto modo, soy un Supermán clandestino vestido de negro que no vende periódicos y sin interés alguno en encontrar a Loise

Herederos de la Sangre

«¿Sabes qué, Raven? Ya no vamos a seguir huyendo, ni a escondernos como ratas. Ha llegado nuestro momento. Es hora de reunir a la familia

Los lazos perdidos

«¿Que qué voy a hacer cuando, tras tantos años, de nuevo la tenga delante? No tengo la menor idea. Sólo estoy seguro de una cosa: busca venganza. Vendrá a por mí

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